Los conflictos forman parte de nuestra vida y ocurren tanto en la infancia como durante la juventud y en la vida adulta. Pero, si alguna época de la vida es especialmente conflictiva, esta es la adolescencia. El adolescente está en conflicto contínuo: con sus padres, con sus amigos, ... con el mundo en general.
Por esto, es fundamental que los centros educativos dispongan de herramientas para poder tratar estos conflictos, aprendiendo de ellos. El conflicto representa una oportunidad para seguir creciendo y aprendiendo en la vida. En los institutos de secundaria recibimos alumnado de familias muy diversas. Nos encontraremos con familias en las que las discursiones sean respetuosas y, probablemente, acaben con alguna de las partes del conflicto (o ambas) pidiendo perdón. Sin embargo, en otras familias es probable que los jóvenes vean a sus padres discutiendo diariamente, faltándose al respeto, hiriéndose y ... sin acabar de cerrar el conflicto ni pedirse perdón. Es muy habitual que los hij@s reproduzcan el patrón de comportamiento que vean en casa (tanto en la calle como en el centro educativo).
El profesorado, frente a un conflicto, podemos tomar dos posturas: castigar o mediar.
La psicología ha demostrado que el castigo es efectivo en muy pocos casos. Por ello, cada día se utiliza más la mediación como herramienta para evitar que el conflicto llegue a más y para tratar de solucionarlo.
Con el alumnado de los centros singulares es especialmente importante evitar que el conflicto salga del centro. Se debe solucionar en la misma jornada y no dejar nunca que trascienda a la calle, ya que esto podría ocasionar una pelea e incluso conflictos entre las familias del alumnado implicado.
Si dotamos al alumnado de las herramientas necesarias para la resolución del conflicto de forma pacífica, aunque en su vida diaria estén acostumbrados a solucionarlos mediante agresiones físicas y verbales, les estaremos proporcionando una educación muy valiosa para el resto de sus vidas.
Una cosa muy importante que tenemos que tener en cuenta es que, para que la mediación consiga su objetivo, no tiene que ir acompañada de castigos.
El objetivo es sembrar la semilla del diálogo en el alumnado y que aprenda a resolver los conflictos de su vida de forma pacífica.